Escenas insuperables, desde la primera crisis donde aparece la desconexión con la realidad, pasando por un sueño que recorre el laberinto mental de Jean-Louis, en forma de pasillo de un edificio en obras, o cómo él mismo intenta atrapar torpemente una paloma que se ha colado en el apartamento, presagiando la muerte y simbolizando la falta de control sobre sus vidas y sus cuerpos en decadencia y detrás la inquietante llave goteante de la cocina.
El director se conecta con su pasado y lleva al cine su propia historia, con esta propuesta desea activar los mecanismos más íntimos del espectador, transformándolo con imágenes que, aunque turban, recuerdan a la plasticidad del mejor Bergman.
El director Haneke al recoger su merecido Oscar dijo: "Gracias a mi gran equipo, a mi mujer, que lleva 30 años siendo mi asistente y el centro de mi vida, también dedicó a la pareja protagonista de la película, los franceses Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant”.
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