El color y su representación, ha sido un desafío para los Pintores, fotógrafos y todos los artistas asociados a su mágica fascinación, este desafío también lo comparten los fabricantes de cámaras digitales, vídeo, cineastas e impresores, para normalizar la captura y observación del color es necesario conocer su comportamiento.
Todo partió al calentar una barra de fierro “dulce” (fierro de construcción), este cambia de color según la temperatura que adquiera, al llegar a los 2.700 K (grados Kelvin) la barra emite una luz color amarillo la misma que emite un bombillo casero (ampolleta). Si continuamos calentando el fierro hasta los 3.200 K obtendremos un tono de luz ideal para fotografiar (luz de tungsteno). Si la temperatura aumenta hasta los 5.500 K obtendremos el mismo tono que la luz que emite un flash. Este tono de luz es similar a la luz del mediodía.
Esto significa que a temperaturas más altas encontramos mayor presencia de azules, mientras que a temperaturas más bajas encontramos amarillos y rojos.
La “problemática” está en el constante cambio en el color de la luz, lo que modifica constantemente el color de los objetos, el color de la “realidad” eso que percibimos del mundo.
Los datos almacenados en nuestra memoria tienen tendencia a imponerse, un ejemplo: todos sabemos que las vacas lecheras son blancas con manchas negras, pero el contexto la coloca en una pradera verde y bajo la sombra de los árboles y la vemos blanca, la “realidad” es que al recibir la luz verde rebotada del pasto y los árboles, cambian el color y la vaca tiene un tono verde.
Algo cotidiano es la luz del día existe una amplia gama de colores, desde la luz del amanecer, la brillantez del mediodía o los tonos rojizos del atardecer.
Cuando hablamos de color debemos diferenciar entre el color de la luz y el color de los objetos “pigmentos”. La formación del color luz, funciona a través de la síntesis aditiva, sobre un telón negro proyectamos luz roja, otra verde y otra azul obtendremos blanco.
Cuando la luz llega hasta un objeto este absorbe cierta parte del espectro visible y reflejan otras de modo tal que podemos identificar esos reflejos como “rojo” en el caso de un tomate.
Esto nos invita a elevar la mirada y observar nuestro alrededor y descubrir los colores que tiene la “realidad”.
En la práctica debemos saber qué fuente de iluminación estamos empleando para ver ese mundo que se nos presenta y que percibimos por los sentidos.
Ya sabemos que los bombillos de casa y focos halógenos influencian todo de color amarillo esto será evidente al capturar una imagen, hay dos soluciones para colocar el ambiente neutro: agregar azul a la fuente luminosa o agregar un filtro azul a nuestra cámara para lograr un mejor equilibrio de color.
Actualmente existen muchas fuentes de luz fluorescentes de muchos tonos distintos, se corrige agregando el color complementario a la fuente lumínica, o colocando un filtro en el lente de la cámara (se recomienda hacer las pruebas necesarias para determinar el color de filtro a utilizar).
Cuando conocemos de fuentes de iluminación su iluminancia e iluminante seremos más exigentes y podremos recurrir a filtros con pequeñas gradaciones de color amarillo, azul, magenta y de otros colores, los cuales podremos usar para corregir los tonos de la luz del lugar o para los utilizaremos para crear ambientes. La temperatura del color no coincide con la temperatura del filamento (diferentes materiales) y por último la temperatura de color se expresa en grados kelvin K.
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